lunes, 4 de julio de 2011

Cueste lo que cueste.

Antes. Me sentía perdida, pero no me daba cuenta. Lo se porque ahora que me paro a pensar en el futuro me doy cuenta del pasado. De que vagaba perdida, sin dirección, sin una meta y una ilusión. Vivía los días sin aprovecharlos al máximo. Me dejaba guiar por los demás y no pensaba las cosas. En verdad pienso que he cambiado mucho, no se si he madurado pero ahora me paro más a pensar las cosas, y tengo una meta. Y me desespero muchas veces, cuando pienso que lo más posible es que no la consiga, es lo malo de aspirar a demasiado. Me da miedo dar todo y no llegar a conseguir mi sueño. Tengo miedo a fracasar. A ser demasiado débil. A caer por el camino. 
Alguna que otra persona me ha dicho que lo más seguro es que mis aspiraciones cambien, y en mi opinión  dicen eso porque lo ven surrealista o raro, o simplemente imposible de conseguir. 
Tengo por delante dos años. Dos años para darlo todo, dejarme la piel. Para sacrificar todo por mi sueño. Y sí, tengo miedo. Muchísimo miedo de lo que vendrá, de si mi sacrificio será en vano o no. 
Pero... confío en mi, debo hacerlo, y debo trabajar duro. Porque no me van a regalar nada, al contrario, voy a tener que sudar sangre y derramar muchas lágrimas. Pero... compensa.

Porque al final no hay nada imposible. Y yo no voy a ser menos, de hecho voy a intentar ser la mejor.
Se que me va a costar, que soy vaga, pero buscaré las fuerzas y las sacaré de donde sea. Simplemente porque quiero vivir la vida, la vida que yo quiero. No otra.


No hay comentarios:

Publicar un comentario